Hace mucho tiempo un entrenador me marco una idea:
“Si las mujeres entrenan media hora 3 veces por día por un cambio estético, ¿Cómo ustedes no van a entrenar todos los días para mejorar físicamente y sacar ventaja en el campo de juego? “
Claro, nuestro objetivo era ganar cada domingo. ¿Cómo no íbamos a hacer esto? Tan poco sacrificio marca la diferencia.
Media hora, cuarenta minutos en el día que representan un video de YouTube, ver memes, o jugar al “Candy Crush”. Ahora, si trasladamos esto a nuestra intención de querer cambiar lo que nos rodea y niega, ¿es significativo este tiempo?
Creemos que el hoy y ahora está en juego, tanto el destino de nuestras familias, afectos y seres queridos, pero no somos capaces de dedicar este poco tiempo para generar un cambio, por minino que sea. Una idea Una actividad. Revisar un placard y seleccionar la ropa que ya no usamos. O simplemente ayudar a otro.
Las cosas no son mágicas, no se hacen solas. Sé que es hermoso poner “me gusta”, arrobar o compartir en historias, ¿pero eso alcanza? El mundo no va a cambiar con un click. Las redes sociales son un medio, no son un fin. Nos sirven para mostrar la tarea realizada. Ahora, si te gustó y te pareció bien, sumate o replicalo por tu cuenta, pero activá. No creas con un click alcanza.
No importa la agrupación: importa la acción, el cambio, por mínimo que sea. Y a eso apuntamos.
¿Se necesita un ínfimo compromiso de cuarenta minutos, una hora por día? En realidad se necesita más, mucho más. Pero, para empezar, alcanza.
Algo así como encarnar ese espíritu fáustico: dejar de lado tus valores y convicciones por algo superior. Hacer lo que hay que hacer, sólo porque hay que hacerlo, simplemente.
Ahora me vas a decir: “¿cómo traicionar esos valores y convicciones?”. Mi respuesta es: si no los llevás a la acción, ¿Qué son ?… Nada. Sólo motes o frases lindas sin sentido. Las belleza de las ideas se ve cuando se materializan, cuando se hacen carne. Sino, sólo son palabras lindas esbozadas al aire.
En poco tiempo ese click diario se convierte en un click más espaciado, donde el voto va a significar el cambio que nosotros queremos. Cada cuatro años elegimos dar click y ser espectadores de una pantomima a nivel nacional…
No sirve de nada, un ardid más.
Elijamos cambiar la realidad, comprometernos con esa idea superadora y darle vida a través de la acción.
“Mejor ayudar que votar”. Eso venimos repitiendo incansablemente, como una especie de mantra. Podríamos decir “Hacer es mejor que votar”. Significaría lo mismo. Comprometerse es el objetivo. A veces somos más, a veces menos pero todos, absolutamente todos los que estamos, nos comprometimos con estos tres pilares: comunidad, acción y formación.
Y, para lograrlo, dedicamos más de cuarenta minutos al día.
Busquemos el cambio.
Mejor ayudar que votar
Varela Varelita