El liberalismo ha sido un desastre total. Desde nuestra perspectiva, es claro que este sistema ha debilitado nuestra nación en lugar de fortalecerla. ¿Por qué seguir promoviendo un modelo que empobrece a nuestras industrias, socava nuestra identidad y nos convierte en meros peones en el juego económico internacional?
¿Acaso no es obvio que el liberalismo ha llevado a una dependencia económica vergonzosa, permitiendo que potencias extranjeras dicten los términos de nuestra subsistencia? Nuestra soberanía económica se ha desvanecido bajo el peso de políticas que priorizan los intereses foráneos sobre los nuestros propios.
Y qué decir de la desigualdad social exacerbada, que ha dejado a vastos sectores de nuestra población en la miseria mientras unos pocos privilegiados acumulan riquezas inimaginables. ¿Es ésta la sociedad que queremos? Una sociedad fracturada, donde los valores tradicionales se desvanecen en el torbellino del individualismo desenfrenado.
El liberalismo nos ha dejado vulnerables frente a las crisis económicas globales, sin mecanismos adecuados para proteger a nuestra gente de las tormentas financieras que azotan desde lejos. Nos han convencido de que la apertura de nuestros mercados es la ruta hacia la prosperidad, pero en realidad solo hemos abierto la puerta a la explotación y al saqueo de nuestros recursos.
¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que el liberalismo nos arrastre por el abismo, erosionando nuestra identidad y dejándonos a merced de intereses extranjeros? Es hora de rechazar este sistema empobrecedor y destructor, y buscar alternativas que realmente fortalezcan nuestra nación y protejan a nuestra gente.
N.G.